Mitos y verdades de la lactancia materna



Que no es posible embarazarse mientras se amamanta, que si el bebé no engorda es porque la leche de la mamá es de “baja calidad”... ¿ficción o verdad? Qué dicen los especialistas.

Por Mariana Nisebe.

La Organización Mundial de la Salud recomienda lactancia exclusiva hasta el sexto mes de vida y continuada hasta los 2 años. Cada año, en Argentina, nacen cerca de 680.000 niños y el inicio de la lactancia es alto hasta el tercer mes, donde la mayoría continúa tomando el pecho; pero a los 6 meses, sólo una tercera parte tienen como alimento principal la leche materna. La buena alimentación para lograr un sano crecimiento del recién nacido está ligada incuestionablemente a la información que manejan los padres. Por tal motivo, la Liga de la Leche Argentina, organización internacional sin fines de lucro, informó durante la semana pasada, dedicada internacionalmente a la lactancia materna, cuáles son los mitos más comunes a los que se enfrentan las mamás que amamantan.

La leche materna tiene exactamente la cantidad necesaria de grasa, azúcar, agua y proteínas que se requieren para el crecimiento y el desarrollo de un bebé; incluso es más fácil de digerir que la artificial. Pero como si esto fuera poco, además posee agentes (denominados anticuerpos) que contribuyen a proteger a los lactantes de las bacterias y los virus, y los ayudan a combatir infecciones y enfermedades. Según información brindada por la Liga de la Leche Argentina, “cada año el 55% de las muertes de los niños pequeños debidas a enfermedades diarreicas e infecciones respiratorias agudas puede reducirse mediante la lactancia materna exclusiva durante los seis primeros meses de vida, y con una alimentación complementaria apropiada mientras se mantiene la lactancia hasta al menos los dos años de edad”. Consultada por Clarín.com al respecto, la doctora Ana Pedraza, Jefa de Neonatología de la Clínica y Maternidad Suizo Argentina, es importante “mantener la lactancia exclusiva el máximo tiempo posible, dado que crea un vínculo único entre la madre y el bebé, que se constituirá en el pilar de su desarrollo, además de reducir enfermedades y brindar un alimento nutritivo y de fácil digestión”.

Después de los seis meses de edad, aclara la especialista, “los bebés necesitan otros alimentos, además de la leche materna para cubrir sus necesidades nutricionales. Lo más importante en está etapa es no descuidar la lactancia, dado que provee factores inmunológicos, proteínas, vitaminas, minerales y ácidos grasos, esenciales para el buen desarrollo de los infantes”. Por su parte, a estos beneficios para el bebé, se suman los de la mujer; ya que amamantar ahorra tiempo y dinero. No hay que comprar, medir y mezclar fórmulas, y ¡no hay que calentar mamaderas a medianoche!. Y eso es sólo un aspecto. El contacto físico ayuda a crear un vínculo entre la madre y su bebé muy importante ya que los ayuda a sentirse más seguros, cálidos y cómodos. Respecto al cuerpo de la mujer; al amamantar se gastan más calorías, haciendo que sea más fácil bajar los kilos ganados durante el embarazo. También ayuda a que el útero retorne a su tamaño original más rápidamente y disminuye cualquier hemorragia que pueda presentar una mujer luego del parto. Como si esto fuera poco, puede disminuir el riesgo de cáncer de mama y de ovario.

Pero a pesar de todos estos beneficios, existen un montón de mitos que la Liga de la Leche Argentina intenta clarificar. Por ejemplo la creencia de que “la lactancia prolongada más allá de los 6 meses del niño carece de valor, ya que la calidad de la leche materna empieza a deteriorarse”. Sin embargo la realidad es otra: la composición de la leche materna cambia de acuerdo con las necesidades del niño conforme éste madura. Aun cuando el bebé ya es capaz de recibir otro tipo de alimentos, la leche materna es su fuente primordial de nutrición durante los primeros 12 meses y se convierte en complemento de los alimentos al segundo año de vida y más. Además, el sistema inmunológico del niño tarda entre dos y seis años en madurar. La leche materna continúa complementando y ayudando al sistema inmune mientras el niño la siga tomando.

Otro mito muy común es que “las madres que amamantan no pueden quedar embarazadas”. Algo relativo, ya que el método de amenorrea de la lactancia o MELA que funciona como anticonceptivo natural, se basa en la infertilidad natural del postparto, que ocurre siempre y cuando la mujer se encuentre en ausencia de la menstruación, el niño sea menor a 6 meses de edad y se esté amamantando plenamente (tanto de día como de noche cada 3 horas). Esto implica que si el bebé duerme por períodos más largos, el método no es aplicable. En general, el MELA es difícil de cumplir y como la mujer desea sentirse segura, es importante elegir un método complementario para prevenir un embarazo.

Con respecto al crecimiento del niño, existe la creencia popular que “si un bebé no aumenta bien de peso, es posible que la leche de su madre sea de baja calidad”. Los estudios demuestran que aún las mujeres desnutridas son capaces de producir leche de suficiente calidad y cantidad para suplir las necesidades de crecimiento del niño. En la mayoría de los casos, el escaso peso se debe a la baja frecuencia con que se prende al bebé al pecho, a una mala técnica en la posición o bien se trata de un problema orgánico del niño, explica la Liga. Por último un mito muy difundido que hace sentir culpa muchas veces dice que “las madres que miman mucho a sus hijos y los llevan demasiado en brazos los malcrían”. Tranquilas mamás: los niños a quienes se lleva en brazos a menudo lloran menos horas al día y muestran mayores rasgos de seguridad al crecer.



http://www.clarin.com/diario/2005/08/09/conexiones/t-1029877.htm